Monday, September 18, 2006

Llegará la primavera en grandes oleadas sobre la tierra

El desapego político de un personaje como Gerald Brenan es díficil de explicar. Su faceta idealista y radical era puramente radical, ideosincrática, derivada del conocimiento de la realidad por medio del dolor y de la pobreza.
Lo mismo afirmaba ser un socialista de amplio espectro, que en lo inmediato se mostraba como más bien conservador, y en sus planteamientos políticos aparece un firme equilibrio entre el pragmatismo y el sentido común.
Sobre la España republicana, se manifestó partidario de respaldar al Frente Popular y cuando comenzó el conflicto, se mostró partidario de la no-intervención pues lo consideraba un conflicto penínsular, solo que la violencia que percibe en "el país que amo", le repugna y teme que se extienda a otras zonas.
En la navidad de aquel año , visita la embajada española en Londres (por cierto, ocupada por un sobrino de Queipo de Llano), y allí conoce a Luis Ariquistain, marxista, e impregnado de un fuerte rechazo anti-comunista, porque considera que sus métodos son dictatoriales.
Pero los sucesos de la guerra continúan, Málaga cae en febrero, en abril se produce el bombardeo de Guernica y Bilbao es sitiada al mes siguiente; y a pesar de ello Brenan confía en la victoria republicana. Mientras tanto, recibe la visita de un excéntrico sociólogo austro-húngaro, Franz Borkenau, autor de una publicación extraña: El reñidero español.
A finales de 1938 las tropas nacionales se abren paso por Aragón y Castellón y el triunfo nacionalista parecía cuestión de meses.
Es cuando Brenan termina el primer borrador del Laberinto Español, que concluye considerándolo no demasiado bueno, e incluso, pretende romperlo, pero apretó los dientes y se dispuso a reescribirlo.
En Londres visita continuamente el Museo Británico y allí Borkenau le presenta a Arthur Lehning, anarquista y bibliotecario del Instituto Internacional de Historia Social de Amsterdam, que le proporciona libros y folletos sobre el problema agrario y el anarco-sindicalismo, y lee el libro de Brenan que se iba a llamar: la razón de la sinrazón. Despues el traductor al español es Arturo Barea, pacense, y autor de La forja de un rebelde.
Aparte de la literatura, Brenan disfrutó de dos placeres: los viajes y los flirteos con las chicas.
Amalio Venegas scripsit en la pertura del curso MMVI.

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