Tuesday, October 11, 2005

Don Quijote nunca llegó a Sevilla

Don Quijote nunca llegó a Sevilla, donde su creador estuvo preso.
La segunda mitad del S. XVI fue la etapa del Manierismo, que podemos llamar la etapa deshuesada del clasicismo.
Igual que el término Barroco se ha generalizado desde el concepto estético hacia la definición de una etapa sociopolítica y cultural, el término manierista se define ya como una forma de vida, una etapa de crisis, e incluso, de crisis de la crisis-
Es un término deformador, fuera de control, de medida, de normas; alejado del clasicismo, del equilibrio clásico que los franceses aplicaron a sus normas estéticas.
Si el Renacimiento fue claridad, el Manierismo fue deforme; se pone en duda todo lo conocido, a pesar de que se conoce perfectamente el mundo clásico. Es el periodo de lo equívoco y de lo resbaladizo; es una auténtica paradoja. Se es pero tambien se conoce no ser.
Dos figuras claves del Manierismo son Cervantes y Skaspeare.
Es la aparición del Mundo Moderno donde aquella norma que implicaba armonia y equilibrio, se rompe, porque el equilibrio no es real, la norma no existe; la vida no es paraíso de equilibrio y de precisión; la vida es un desastre.
Sevilla a finales del siglo XVI es un ejemplo del manierismo. No existe el oro, no todo es oro; han finalizado los momentos dorados que se han escapado como el humo; las carretas cargadas de plata que circulaban por el Arenal ya han volado.
Los mercaderes, los financieros, los nobles y los hombres de la ciudad hispalenses son otros. Ha llegado la Inquisición y todos son sospechosos. El castillo de Triana conoce las colas de nobles, soldados, caballeros, comerciantes, artesanos y tenderos que se auto culpan de males inexistentes para que los oidores les perdonen con pequeñas penitencias.
Todo es ficticio, la fé predicada como símbolo de ortodoxia, de creencia, de soporte vital, ahora sólo tiene sentido en la familiaridad, en la hermandad, en el contacto directo con la divinidad; ha dejado de ser disciplina y ha pasado a la vida cotidiana, familiar.
Es el fenómeno de los Alumbrados, objeto de persecución por las autoridades inquisitoriales pero porque fuesen herejes, sino porque eran pillos, pícaros, no eran claros, no eran fiables, eran retorcidos y eran pícaros de la palabra.
Es el tiempo del Monipodio, el juego de la sociabilidad, del follón, pero también de la igualdad.
Conferencia de D. Carlos Alvárez en la Iglesia del Salvador de Sevilla el diez del diez de MMV.
D. Amalio Venegas pregunta porque no nombra a Guzmán de Alfarache como novela picaresca de la Sevilla Manierista y la respuesta no se hizo esperar por su antiguo profesor.